¿Priorizar la empresa o la familia en la empresa familiar?
En mi opinión, el debate sobre si en la empresa familiar es primero la familia o la empresa resulta poco útil y conduce a un enfoque erróneo.
No tiene sentido contraponer familia y empresa, porque la familia es un valor en sí misma y la empresa también lo es. Lo fundamental es encontrar el equilibrio entre ambas dimensiones, que se complementan y enriquecen mutuamente.
La solución no reside en confrontar a la familia con la empresa. La clave es enfocarse en las personas.
Las cuatro claves para lograr la armonía
Una familia propietaria unida proporciona la estabilidad necesaria para la continuidad de la empresa. La empresa, a su vez, es un activo vital para la familia, pues le ofrece un propósito y un legado para las generaciones futuras.
Para mantener esta estabilidad, la familia debe vivir en paz. Para alcanzar esta armonía, pueden resultar muy inspiradoras estas palabras de Juan Pablo II: «la paz exige cuatro condiciones esenciales: verdad, justicia, amor y libertad». En la empresa familiar:
- La «verdad» implica transparencia y rendición de cuentas.
- La «justicia» significa liberarse de rencores. Esto requiere perdonar, no solo emocionalmente, sino también intencionalmente, como una decisión consciente.
- El «amor» se refleja en el afecto y respeto mutuo entre los miembros de la familia, independientemente de sus ideas u opiniones.
- La «libertad» es clave para que cada miembro de la familia se convierta en la mejor versión de sí mismo y aporte valor desde su rol específico.
Poner a las personas en el centro
En la vida de las empresas familiares, los desafíos son inevitables: discrepancias, emociones negativas, falta de cohesión o compromiso…
Sin embargo, la solución no reside en confrontar a la familia con la empresa. La clave es enfocarse en las personas. Son ellas, con su voluntad y con sus decisiones, quienes pueden resolver problemas y, si es necesario, rectificar errores.
No tiene sentido contraponer familia y empresa, porque la familia es un valor en sí misma y la empresa también lo es.
Por tanto, retomando la pregunta del inicio del post, sobre quién es primero ¿la familia o la empresa? La respuesta está clara: las personas.
¡Si priorizamos las personas, siempre acertaremos!
Leer post completo en el blog de Empresa familiar del IESE.
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