Sucesión en la empresa familiar: más allá de los genes

La sucesión es el gran desafío de las familias propietarias que se preocupan por la pervivencia del negocio. Por eso suele decirse que los tres retos más importantes en la empresa familiar son: primero, la sucesión; segundo, la sucesión y tercero, la sucesión. Porque sin sucesión exitosa no hay continuidad.

Ni el apellido ni la propiedad aseguran automáticamente tener la capacidad de liderazgo empresarial.

Como todo proceso de cambio, la sucesión es un proceso complejo que debe basarse en la voluntad de las personas que participan en él y tener en cuenta sus capacidades y expectativas personales. Dicho de otra forma: si sucesor y sucedido no se sienten parte activa del proceso de relevo generacional, éste difícilmente llegará a buen puerto.

Por todas estas razones conviene planificar la sucesión con suficiente antelación, porque están en juego la continuidad de la empresa y el futuro personal y profesional de los sucesores, pero también su felicidad.

De aprendiz a profesional

A veces, los fundadores de empresas proyectan de forma natural su sucesión en sus hijos mayores, situando su futuro en el negocio familiar a menudo sin haberlo consensuado con ellos. Este enfoque se basa en la idea de aprendiz, como si los hijos aprendieran directamente el oficio de sus padres por el hecho de compartir genes y apellido.

Conviene planificar la sucesión con suficiente antelación, porque están en juego la continuidad de la empresa y el futuro personal y profesional de los sucesores, pero también su felicidad.

Sin embargo, este modelo es muy arriesgado y a menudo entra en conflicto con la libertad de los hijos. A largo plazo, puede generar insatisfacción y baja autoestima debido a la falta de adecuación a los deseos, las capacidades y las habilidades necesarias para asumir responsabilidades directivas en el mundo empresarial.

Dirigir una empresa es una profesión que requiere conocimientos y habilidades específicas, para las cuales se necesita formación. Ni el apellido ni la propiedad aseguran automáticamente tener la capacidad de liderazgo empresarial. Intentar encajar el genograma familiar en el organigrama directivo de la empresa no suele dar buenos resultados.

Afortunadamente, cada vez más empresas familiares separan claramente los aspectos familiares de los empresariales, y proporcionan a la siguiente generación una educación rigurosa que fomenta su autonomía y capacidad para elegir su futuro personal y profesional.

En este modelo de sucesión, la empresa familiar propone al miembro de la familia incorporarse después de que haya adquirido experiencia trabajando con éxito en otras empresas durante varios años. Así, el candidato tiene la capacidad de evaluar adecuadamente la oferta en función del atractivo de la propuesta y del coste de oportunidad en el mercado profesional.

Foto de Vlad Tchompalov en Unsplash
Infografía: creación propia

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